Viendo a través del vidrio que lo separa de la habitación, en la que tiene a los recién nacidos en el hospital, se encuentra con la mirada perdida y llena de lágrimas; sentimiento difícil de contener al recordar todo lo que la vida ha hecho recorrer.
Limpiando sus ojos, llenando de sollozos su pecho, comienza a dejar que su mente traiga los recuerdos a su presente; una película de su vida en la que encuentra momentos felices y difíciles.
Las travesuras de su niñez, las piñatas quebradas, la bicicleta sin rueditas auxiliares, la cara embarrada de pastel, los raspones en las rodillas, los besos de mamá que sanaban cualquier enfermedad o golpe.
Su primer día en la escuela; recibiendo el título que acredita como toda una persona profesional.
El primer no en la solicitud en un trabajo, su primer sueldo luego de tanto buscar y nunca darse por vencido.
Las citas frustradas por miedo o por no ser la persona que esperaban. Las veces que su corazón fue roto y herido.
Aquel día en el que le tocó decir el adiós más amargo de su vida, luego de haber escuchado el "te amo" que siempre quiso escuchar.
La carta de despido por razones injustificadas; los intentos fallidos por formar su propia empresa y la negación del banco al solicitar un crédito.
Con tantos recuerdos grabados en la mente, se encuentra frente al fruto de todos sus sacrificios, las batallas ganadas y lágrimas en silencio derramadas. Cada una de ellas ha valido la pena.
Hoy se encuentra viendo sus sueños cumplidos, metas alcanzadas; ha formado la familia que siempre quiso y a pesar de que se cerraron algunas puertas, otras le fueron abiertas.
El no darse por vencido, lo hizo una persona triunfadora, gracias a su perseverancia y no desmayar luego de caer, ahora lo ha hecho una persona con mucha experiencia.
»Nunca te des por vencido/a, porque EL no nos ha creado cobardes, al contrario, nos ha dado valor, amor y dominio propio»
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